Tipo
de Publicación:
Ensayo
Recibido: 04/11/2020
Aceptado: 04/12/2020
Autor: Carlos
Eduardo Yovera Romero
Profesor
Especialidad Educación Agropecuaria
Magister Scientiarum en Gerencia Mención Agraria
https://orcid.org/0000-0003-1472-8257
E-mail: cyovera@aulavirtual.web.ve
GERENCIA DE LAS ORGANIZACIONES AGRÍCOLAS
EN LA POSTMODERNIDAD
Resumen
El
presente ensayo tiene como propósito reflexionar sobre la gerencia de las
organizaciones agrícolas ante los cambios de su entorno organizacional como
parte de esta era postmoderna, pues cada día presenta
mayores exigencias que generan incertidumbre al productor y requieren nuevas formas de pensar
para direccionar estratégicamente los procesos productivos. Mediante una
revisión documental, se toma como punto de partida los acontecimientos más
resaltantes que llevaron a la evolución del pensamiento administrativo y fueron
adaptados a las empresas agrícolas durante los cambios históricos como lo fue
el sistema feudal, la Revolución Industrial y el desarrollo científico y
tecnológico que ha generado profundas transformaciones en los factores políticos,
económicos, sociales y ambientales del contexto organizacional. Se concluye que
los
escenarios actuales nos llevan a un pensamiento más complejo sobre estas
interrelaciones, por lo que es necesario asumir que la administración
mecanicista aplicada de forma tradicional al manejo de las organizaciones agrícolas
no proporciona respuestas efectivas ante estos eventos, pues su carácter rígido
y burocrático imposibilita adaptarse a los cambios con la velocidad requerida y
rompe con los principios de la Teoría General de Sistema.
Palabras Clave: Gerencia, Organizaciones Agrícolas,
Postmodernidad.
MANAGEMENT
OF AGRICULTURAL ORGANIZATIONS
IN POSTMODERNITY
Abstract
The
purpose of this essay is to reflect on the management of agricultural
organizations in the face of changes in their organizational environment as
part of this postmodern age, because every day it presents greater demands that
generate uncertainty for the producer and require new ways of thinking to
strategically direct the processes productive. Through a documentary review,
the most outstanding events that led to the evolution of administrative
thinking are taken as a starting point and were adapted to agricultural
companies during historical changes such as the feudal system, the Industrial
Revolution and scientific and technological development that has generated
profound transformations in the political, economic, social and environmental
factors of the organizational context. It is concluded that the current
scenarios lead us to a more complex thinking about these interrelations, so it
is necessary to assume that the mechanistic administration applied in a
traditional way to the management of agricultural organizations does not
provide effective responses to these events, then their rigid nature and
bureaucratic makes it impossible to adapt to changes with the required speed
and breaks with the principles of the General System Theory.
Keywords: Management,
Agricultural Organizations, Postmodernity.
¿Cómo ha sido la gerencia de
las organizaciones agrícolas hasta la postmodernidad? El hombre en su devenir
histórico ha estado en constante interacción con su entorno, generando
diferentes formas de organización que le permitieron cumplir con las
actividades de trabajo de observación, recolección, caza y pesca en busca de
los recursos necesarios para la supervivencia del grupo social al cual pertenecía (López, 2014, p. 296).
Por tales razones, surge el interés de realizar algunas reflexiones, partiendo de una revisión documental previa, sobre la gerencia de las organizaciones agrícolas ante los cambios de su entorno organizacional como parte de esta era Postmoderna y que exigen nuevas formas de pensar para direccionar estratégicamente los procesos de estas unidades de producción.
Los seres humanos en sus inicios dependían
directamente de la naturaleza para sobrevivir, utilizando la caza, pesca y la recolección
de frutos como medio para obtener sus alimentos. Con los años y mediante la
observación se generó un proceso de domesticación y manejo de plantas y
animales en áreas seleccionadas, dando paso a la agricultura.
La agricultura es considerada la práctica más
antigua y ha sido base económica para las civilizaciones durante siglos, desde
el imperio romano y las grandes dinastías asiáticas, hasta el establecimiento
del sistema feudal en Europa. Siendo además motivo de la división en la estructura
social para la época, como lo fueron: los señores feudales dueños de grandes extensiones
de tierras, los vasallos que juraban fidelidad y obediencia a su señor, y la
servidumbre quienes se encargaban de las actividades manuales como la labranza
de la tierra, cría de animales y mantenimiento doméstico (Flores, 1999, p.
115).
Fue un tiempo de grandes extensiones
comerciales y crecimiento poblacional, requiriendo mayor cantidad de recursos
para satisfacer las necesidades alimenticias, energéticas y materiales
artesanales, por lo que se expandió la roturación (labranza) de terrenos
vírgenes que contaban con sistemas fluviales y estabilidad climática para
dedicarla a la producción de cultivos.
Con el objeto de incrementar la productividad
en campo, se comienzan a gestionar cambios en las técnicas de producción; señala
Flores (ob. cit.) que en ese tiempo “se utiliza cada vez más la rotación
trienal de cultivos, la alternancia y distribución de siembras y cultivos
mixtos y un mayor empleo de abono animal” (p. 116). A este respecto, se suma
los mejoramientos en las herramientas de trabajo con el uso del metal y las
herraduras que permitió sustituir al buey por el caballo en el arrastre de
cargas.
Respecto a la administración de estas
plantaciones es evidente el control autoritario del señor feudal, ya que es el
centro de todos los beneficios económicos valiéndose de su poder para mandar,
obligar y castigar a todos sus dependientes, por lo que su voluntad y decisión
no eran desobedecidas.
En otras latitudes y siglos después, con la
llegada de la colonización al nuevo mundo, se establecen las bases de la
cultura europea en las comunidades indígenas, transición que no fue fácil, pero
que luego fue aprovechado al máximo en beneficio de la corona. Se encontraron
con tierras fértiles y grandes reservas acuíferas, además de un clima tropical
adecuado para producir una gran variedad de cultivos, por lo que fue fácil
asimilar y mejorar con nuevas tecnologías las prácticas agrícolas de estas
poblaciones.
Al aumentar las demandas de cacao, tabaco y
frutos exóticos que no podían ser cultivados en Europa, países como Venezuela
se convirtieron en sus proveedores (Pérez, 2017, p. 11). De allí que surge la
visión de negocio con base a la producción agrícola, siguiendo la misma
estructura del sistema feudal, donde la administración y beneficios eran para
el patrono, subyugando a los sirvientes y esclavos a su voluntad y necesidad.
La modernidad ha sido considerada como la era
del progreso, un tiempo histórico de grandes descubrimientos y cambios a nivel
industrial y social, como resultado del progreso científico y desarrollo
tecnológico centrado en la producción. Señala Ibañez
citado en Quezada (2011) que: “La modernidad nace a la par de un conjunto de
innovaciones tecnológicas, que darán origen a un nuevo modo de producción” (p.
123).
Con el invento de la máquina de vapor por James
Watt se da comienzo a la Revolución Industrial, donde tuvo gran influencia en
los talleres artesanos, transporte, comunicación y la agricultura; ésta última a
través de la mecanización de sus procesos, iniciando con la creación de la
máquina para hilar, de telar y la desmontadora de algodón (Chiavenato, 2006,
pp. 30-31).
La industrialización trajo grandes beneficios a
nivel de manufactura, puesto que las máquinas automatizadas procesaban en menor
tiempo mayor cantidad de materia prima, sustituyendo a los obreros en aquellas
actividades repetitivas, pero a su vez permitió la especialización del personal
para la operatividad y mantenimiento de los equipos, así como la simplificación
de las actividades y la calidad en los procesos. Esto les permitió crecer de
forma exorbitante expandiendo el mercado bajo un modelo económico capitalista
sustituyendo al sistema feudal.
La creación de las grandes industrias y el
éxodo rural hacia las ciudades, generó un cambio en las estructuras sociales y
un aumento en la demanda de subproductos, exigiendo a las unidades de producción
innovar en el manejo agronómico de los cultivos con la finalidad de obtener
mayor nivel de productividad.
Para Leiva (2014, p. 4), esta fue una época de
intercambios comerciales entre las naciones del occidente con las de oriente, lo
que generó la introducción de nuevas especies para cultivar. De allí que
algunas naciones decidieron invertir en el desarrollo científico y tecnológico
de la agricultura para dar respuestas a las exigencias de un mercado dinámico;
mientras que en otros países prevalecían los mercados rígidos subyugados a la
voluntad de sus gobernantes con poco interés en estos acontecimientos.
Con el pasar de los años, los avances de la
ciencia incitados por las grandes demandas del mercado y bajo el interés de
obtener altos rendimientos en la cosecha, impulsaron el uso de fertilizantes de
origen químico para mejorar las condiciones nutricionales de la planta y
agroquímicos en el control de plagas que causan enfermedades. Por otro lado, el
hombre a través de la ingeniería genética al servicio de la agricultura pudo introducir
genes de organismo previamente seleccionados a plantas, mejorando su
rendimiento y resistencia a plagas, enfermedades y condiciones ambientales.
Desde otra perspectiva, las grandes
transformaciones que dieron partida al crecimiento de los negocios y por
influencia de los escritos sobre organizaciones militares asiáticas, fueron
motivos que impulsaron a los ingenieros Taylor y Fayol en el establecimiento de
las bases del Enfoque Clásico de la Administración, utilizando los fundamentos
del método científico para mejorar el manejo empresarial, surgiendo así sus dos
teorías denominadas: Administración Científica y la Teoría Clásica. La primera,
centra su atención en la investigación de problemas dentro de los procesos
internos de las empresas y orienta sus esfuerzos hacia la disminución de
actividades operativas; mientras que la segunda, se sustenta en la concepción
anatómica y estructural de la organización para lograr la eficiencia esperada,
considerándola como un sistema cerrado donde puede controlar las variables
internas que le son conocidas (Chiavenato, ob. cit., p. 48).
Evidentemente, estos aportes alcanzaron a las
unidades de producción agrícola, debido a las necesidades que suscitaron
conforme a las demandas de la industria, no solo en el implemento de nuevas
tecnologías sino también en la manera de administrarse eficientemente, con el
fin de obtener productos primarios en las cantidades requeridas y con la calidad
esperada. Con ideas similares, Pérez (ob. cit., 2017) indica que durante esta
época:
La plantación funciona como una empresa, y como
tal, para asegurar rendimientos considerables, es administrada con cuidado e
inteligencia. Por esta razón encontramos que en este sistema existe un control
estricto del rendimiento de la mano de obra y de los otros aspectos que en una
u otra forma influyen en el éxito del negocio (p. 17).
En este sentido, la administración de la
empresa agrícola se convierte en la llave del éxito para alcanzar los objetivos,
que comúnmente estaban destinadas a lograr mayores beneficios económicos al
patrono. Su visión tradicional en el manejo de los recursos se sustentó en un
liderazgo ceñido por la desconfianza hacia los subordinados, estableciendo
medidas de poder y control estrictos a las actividades operativas en la
plantación (Costa, 2014, p. 8). En otras palabras, el empleado era considerado
como una pieza más en el engranaje de las máquinas, por lo que era normal la
sobreexplotación y el reemplazo cuando no había cumplimiento con las
asignaciones.
De allí que el surgimiento de la figura
sindical como forma de organización para luchar por la reivindicación salarial
de los trabajadores en contra del sistema capitalista, el aumento de la demanda
de productos por el crecimiento poblacional, el libre comercio, entre otros,
generaron nuevos aportes a la administración como ciencia, para dar respuesta a
estas situaciones relacionados principalmente con el manejo de los recursos
incluyendo al personal, que direccionados adecuadamente podrían garantizar el
aumento de su capacidad productiva.
Es así como se le da un enfoque más humanista a
la administración empresarial, partiendo de la Teoría de las Relaciones Humanas
como resultado del desarrollo de las ciencias sociales y que centra su atención
en las personas que conforman a la organización. Fue el inicio de la ruptura
mecanicista y burocrática de las teorías clásicas y tradicionales de la
administración.
A pesar de todos estos progresos, las unidades
de producción agrícola mostraron resistencia para adaptarse a los cambios en
comparación con las grandes industrias. Siendo una labor con raíces profundas a
nivel cultural, se mantuvo bajo un enfoque empresarial mecanicista, centrado en
maximizar sus plantaciones para obtener mayores rendimientos y beneficios
económicos. A raíz de esto, se generaron efectos negativos que fueron
acrecentando producto de la sobreexplotación de los recursos naturales, los
altos niveles de contaminación provenientes del uso indiscriminado de
agroquímicos y emisión de gases contaminantes que afectan al ambiente y por
ende el bienestar de todos.
La postmodernidad se caracteriza por el alza
del desarrollo científico y tecnológico que abrieron puertas a la globalización
a finales del siglo XX, fenómeno que hoy en día se ha acentuado
exponencialmente puesto que la generación de información y conocimiento
derrumbó las barreras que aislaban el accionar de las organizaciones, teniendo
así gran influencia en el desarrollo económico, político, social y cultural de
todas las naciones.
Desde la perspectiva empresarial y con la
evolución del pensamiento administrativo se llega a plantear, en el mismo
siglo, la Teoría General de Sistemas por Ludwing Von Bertalanffy, donde el autor citado en Kast y Rosenzweig
(2007), señala que: “los diversos campos de la ciencia han tenido una evolución
continua hacia un paralelismo de ideas” (p. 108); destacando que todos los
fenómenos de interés para las diferentes áreas del conocimiento científico
pueden ser estudiados por la interacción de sus elementos. En este sentido, la
adaptación de esta metateoría a la administración cambia la visión empresarial,
de un sistema cerrado (hermético) a un sistema abierto, comprendiendo que
existen elementos internos que interactúan entre sí para lograr un fin, pero a
su vez reciben estímulos de otros externos y que condicionan su comportamiento
en el mercado.
Esto a su vez ha influenciado el desarrollo
social, puesto que el acceso ilimitado a la información trajo consigo nuevas
formas de organización, donde las interacciones en red son parte esencial de su
comportamiento, aunado a su necesidad constante de formación en diferentes
áreas del conocimiento. Considera Inglehart citado en
Ibarra y Velarde (2017, p. 155) que se ha generado un cambio en el comportamiento
de la sociedad actual, pues ahora lucha por tener una participación activa en
la toma de decisiones dentro y fuera de las organizaciones.
Por otro lado, los hechos alarmantes como
resultados de la sobreexplotación de recursos naturales y contaminación por las
ambiciones económicas de los empresarios, dio apertura a investigaciones por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) para proponer alternativas bajo una
relación de ganar y ganar, donde las empresas logren cambiar su enfoque tradicional
por uno holístico considerando los factores económicos, sociales y ambientales
dentro de su accionar. Como resultado, se da a conocer el concepto de
desarrollo sostenible en 1987 en el informe Brundtland o también llamado
“Nuestro Futuro en Común”, haciendo una reflexión en el uso adecuado de los
recursos para no perjudicar el bienestar de las próximas generaciones (Zarta, 2018, p.
413). En este sentido, los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) planteados
en su Agenda 2030, se convierten en las directrices para todas las naciones y
por supuesto para los planes estratégicos de las organizaciones en general.
Con base en estos acontecimientos, toma
relevancia la agroecología en la producción agrícola, considerada por Restrepo,
Ángel y Prager (2000) como “un enfoque de la
agricultura más ligado al medio ambiente y más sensible socialmente; centrada
no solo en la producción sino también en la sostenibilidad ecológica del
sistema de producción” (p. 6). Surge como respuesta a los problemas de
toxicidad por el uso excesivo de agroquímicos y los elevados costos de producción
desatados en la modernidad, por lo que involucra beneficios tanto económicos y
sociales disminuyendo su impacto ambiental.
En resumidas cuentas, en la actualidad tenemos una empresa agrícola que funciona como un sistema dentro de un suprasistema ambiental donde interactúan elementos de entradas, ocurren procesos y se obtienen productos dirigidos al consumo directo e indirecto de la población cumpliendo con las exigencias del entorno. Aunado a los grandes saltos tecnológicos que velozmente se están generando como respuestas a las problemáticas presentes a nivel mundial, relacionados con el cambio climático y que generan riesgo a la actividad productiva.
Conscientes de esta situación, en algunos países de América Latina como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay comprometidos con la agricultura, han iniciado una revolución tecnológica en este sector usando los avances en electrónica, tecnologías de comunicación, inteligencia computacional, entre otros, para el desarrollo de equipos especializados (tractores con GPS, drones, mapeo de suelo, etc.) para procesar información sobre el ciclo productivo, permitiéndole al agricultor como gerente tomar decisiones oportunas en cada una de estas etapas. En efecto, la agricultura de precisión se ha convertido en una alternativa útil para los productores del milenio, ya que brinda múltiples beneficios como el conocer los requerimientos exactos en las necesidades nutricionales del cultivos partiendo de la presencia de macro y microelementos en el suelo, necesidades hídricas y diagnóstico a tiempo real de posibles presencias de patógenos que causan enfermedades. Direccionados hacia la misma meta, lograr la sostenibilidad.
Ahora bien, ante este contexto es importante preguntarnos ¿Requieren los productores un cambio en su forma de administrar las unidades de producción agrícola ante las exigencias de la postmodernidad? ¿Pueden responder de forma efectiva a los factores del entorno que causan amenazas para el logro de sus objetivos bajo una administración mecanicista?
Indiscutiblemente deben generarse cambios en las unidades de producción agrícola, ya que las rupturas paradigmáticas sociales producto de la era postmoderna requieren de una gerencia estratégica sustentada en el desarrollo humano integral y alineado a los principios de sustentabilidad. Estableciendo los planes de acción fundamentada en una visión general del comportamiento de su organización con base a los cambios concebidos por los factores económicos, políticos, sociales, culturales y ambientales que puedan generar situaciones de amenazas al logro de los objetivos que perjudican las interacciones de sus elementos internos.
Un ejemplo de esto, son las unidades de
producción agrícolas ubicadas en Venezuela, y que están bajo condiciones que
podrían considerarse peculiares en comparación con las naciones
pertenecientes a esta región, caracterizada a nivel económico por una
hiperinflación, lo cual ha causado una escasez de los insumos necesarios para
el inicio de esta actividad productiva así como los altos precios para poder
adquirirlos (insumos importados) en moneda internacional, creando variabilidad
en la estructura de costo en los ciclos de producción. Aunado a esto, se suma
la inseguridad social en las zonas donde se ubican estas unidades de
producción, siendo víctimas constantes de robos de maquinarias, equipos y
activos biológicos, entre otras situaciones que acrecientan con el paso del
tiempo.
Este
escenario que actualmente está generando crisis en el país, nos lleva a un
pensamiento más complejo sobre estas interrelaciones, por lo que es necesario
asumir que la administración mecanicista aplicada de forma tradicional al
manejo de las organizaciones agrícolas, específicamente en las unidades de
producción, no proporcionan respuestas efectivas ante estos eventos, pues su
carácter rígido y burocrático imposibilita adaptarse a los cambios con la
velocidad requerida y rompe con los principios de la Teoría General de Sistema.
Por lo cual se requiere de
un pensamiento estratégico por parte del gerente, ya no como el patrono
considerado el centro de todos los beneficios, sino como aquel encargado de
liderar y direccionar a todos los miembros de su organización, pues conforme
pasan los años los factores de su entorno exigen respuestas oportunas.
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