Tipo
de Publicación: Ensayo
Recibido: 03/08/2021
Aceptado: 20/10/2021
Autor: Loida Betancourt Hernández
Lic. Educación Integral
Universidad Nacional Abierta (UNA)
Msc. en Lingüística
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
(UPEL)
Barquisimeto
– Venezuela
https://orcid.org/000-0002-0873-2703
Email: Loidabet47@gmail.com
LA ESCUELA
DESDE LA MIRADA DE GÉNERO
Resumen
Este ensayo surge de una
investigación-acción, para tratar el tema de las desigualdades sociales que se
reproducen desde la escuela a través de la socialización, se aplicaron métodos
cualitativos con el propósito de evidenciar la necesidad de sensibilizar sobre
el tratamiento que, de la perspectiva de género se da en el contexto escolar,
se tiene en cuenta que la identidad de género es inherente a los procesos
sociales que se generan en espacio como el escolar. En concordancia con el tema
se hace uso del lenguaje incluyente para visibilizar a la mujer ante el
masculino genérico que históricamente la ha invisibilizado. Se llegó a la
conclusión que hay desconocimiento de la perspectiva de género tanto en actores
internos como externos relacionados con la institución escolar. Desde una mirada sensibilizadora la
institucionalidad es el punto de partida, como acompañante en los procesos de
socialización. Aunque es difícil transformar la estructura patriarcal que
sostiene a la institución escolar, si se puede exigir que se cumpla la inclusión
desde el mantenimiento de la equidad, como herramienta de igualdad para el
equilibrio social entre hombres y mujeres.
Palabras
clave: Escuela, enfoque de género, equidad,
desigualdades, socialización.
THE SCHOOL FROM THE GENDER LOOK
Abstract
This essay arises from an
action research, to address the issue of social inequalities that are
reproduced in school through socialization, qualitative methods were applied in
order to demonstrate the need to raise awareness about the treatment that, from
the perspective gender occurs in the school context, it is taken into account
that gender identity is inherent in social processes that are generated in
spaces such as schools. In accordance with the theme, inclusive language is
used to make women visible to the generic masculine that has historically made
them invisible. It was concluded that there is ignorance of the gender
perspective in both internal and external actors related to the school
institution. From a sensitizing perspective, institutionality
is the starting point, as a companion in socialization processes. Although it
is difficult to transform the patriarchal structure that supports the school
institution, if it can be demanded that inclusion is fulfilled from the
maintenance of equity, as an equality tool for social balance between men and
women.
Key words: school, gender focus,
equity, inequalities, socialization.
Algunos países, entre
los que se encuentra Venezuela, han conformado instituciones, promulgado
políticas públicas fortalecidas mediante un marco jurídico orientado a la
disminución de la violencia de género, desde esta perspectiva la escuela es
considerada indispensable para impulsar el crecimiento sostenible de los
países, así como herramienta de inclusión de los ciudadanos en los sistemas
económicos, políticos, sociales, democráticos y participativos con equidad.
En cuanto, para tratar
la temática sobre las desigualdades sociales que suceden en la escuela, se
desarrolló una investigación por medio de métodos cualitativos y de
investigación acción, con la finalidad de evidenciar la necesidad de sensibilizar
sobre el tratamiento de la perspectiva de género en el contexto escolar. Aunque
la investigación se realizó en un contexto socio-cultural determinado, refleja
una realidad presente de manera general en la sociedad.
En concordancia con el
tema se usa el lenguaje incluyente para nombrar a las mujeres,
visibilizarlas. Al respecto Pérez (2016)
explica que “lo que no se nombra no existe, y utilizar el masculino como
genérico ha invisibilizado a las mujeres en la historia, en la vida cotidiana,
en el mundo” (p.16), sin dejar de mencionar que las políticas públicas que
fortalecen el marco jurídico en relación a la integración social, contemplan la
utilización del lenguaje incluyente como herramienta de integración en el
contexto escolar venezolano. En todo caso, se busca generar conciencia a partir
de una realidad que es determinante en la ubicación de la vida adulta de las
personas
A partir de la
experiencia generada del contacto directo con grupos integrados por actores
internos y externos del quehacer educativo, y representantes de instituciones
públicas, además de aportes teóricos de distintos autores consultados, se pudo
concluir que existe desconocimiento de la perspectiva de género por parte de
las personas que tienen la responsabilidad de formar a las niñas y niños con
equidad como herramienta de igualdad.
En este sentido se
considera la existencia de factores estructurales, institucionales, además de
los situacionales, que dificultan la transversalización de la perspectiva de
género, y que mantienen patrones culturales generados del androcentrismo a
pesar del componente pedagógico, político e ideológico prescrito en documentos
rectores para la administración escolar.
Otra consideración
es la importancia de la
corresponsabilidad que involucre a la
familia, la comunidad y la institucionalidad en la transmisión de valores de
equidad para propiciar la transformación cultural, partiendo del reconocimiento del otro con
conciencia de género y clara concepción de las diferencias biológicas naturales del sexo;
pero se estima que el punto de
partida para la sensibilización de la escuela desde la mirada de género, es la institucionalidad como acompañante, más
que como administradora de educación.
Por otro lado, se
considera que es muy difícil transformar las estructuras patriarcales que
sostienen la institución, pero si es posible exigir el cumplimiento de la inclusión
para el mantenimiento de la equidad como herramienta de igualdad en el contexto
escolar. Se puede exigir, además, el desarrollo de procesos sensibilizadores que involucre a
todos los actores del quehacer educativo, así como la familia, a partir del
sentido de la corresponsabilidad en la construcción de una mejor calidad de
vida en sana convivencia social.
Desarrollo
La escuela desde la mirada de
género
La educación es un acto
humano que invita a reflexionar desde lo individual y lo colectivo, sobre cada
aspecto de la realidad que las personas perciben, viven e internalizan. Es por
eso que es de suma importancia la sensibilización de quienes forman parte del
componente histórico-cultural relacionado con la escuela, de manera que puedan
sentir lo que transmiten con verdadera equidad.
La formación en valores
para el fortalecimiento de la convivencia social va más allá de un trabajo de
maestros, es una corresponsabilidad que involucra al individuo y al colectivo
desde la integralidad y participación para el desarrollo sostenible de la vida
en sociedad de manera armónica.
Aunque parezca utópico,
la historia antigua refiere la experiencia de la comunidad como escuela única,
donde la educación era en función de la vida para la vida. La misma historia se
ha encargado de explicar los cambios por los que ha pasado la humanidad a
partir del surgimiento de la división del trabajo y como la escuela dejó de ser
la aldea. Al respecto Gadotti (2003) explique que:
La escuela que tenemos hoy
nació con la jerarquización y la desigualdad económica generada por aquellos
que se apoderaron del excedente producido por la comunidad primitiva. Desde
entonces la historia de la educación se constituye en una prolongación de la
historia de las desigualdades. (p.9)
Históricamente la escuela
ha prolongado distintas desigualdades sociales, entre ellas por causa del sexo basado
en la dualidad hombre/mujer, con toda la carga cultural que a través de los siglos
ha sido expresión de violencia. Valga la aclaratoria para referir la
corresponsabilidad social en la formación de las niñas y niños. Por lo general las acciones que mantienen
las desigualdades en la escuela recaen en la figura de los maestros, pero hay
otros actores que también son corresponsables. Lobato
(2018), clasifica
en dos grupos a los actores externos relacionados con la
escuela: la familia de los estudiantes y las organizaciones de administración
escolar, tanto las religiosas como las estadales.
Así mismo, la autora advierte que al igual que los actores
externos, la influencia que tienen los comentarios y actitudes de los maestros
dentro y fuera del aula, son significativos en la identidad que del género
construyen las niñas y niños, por lo que es necesario generar conciencia para
evitar el mantenimiento de ideas y valores que promuevan la inequidad del
género (p.21).
En todo caso, hay que
tener en cuenta la influencia que ejercen de algunos factores estructurales, institucionales,
además de los situacionales, en la sensibilización de los profesionales de
educación y actores relacionados, considerando que a
pesar de todo el componente pedagógico, político e ideológico expresado en documentos oficiales que
direccionan los procesos de los
distintos subniveles educativos, el tema
de género sigue siendo un tabú, incluso,
para algunos maestros que no
terminan de romper los paradigmas androcentrista y mantienen el orden simbólico
que reproducen la inequidad por causa del sexo.
Como está prescrito, la escuela debe promover la educación
incluyente, solidaria y de respeto entre seres humanos sin distinción del sexo (biológico) o del género
(construcción social), no obstante,
existen patrones culturales que vulneran los propósitos educativos
establecidos al reproducir los estereotipos
que designan roles y atributos de
acuerdo a la categoría masculino/femenino, de este modo “estructuran y concreta simbólicamente la percepción y organización
de toda la vida social”, de los estudiantes y su entorno, como lo explica Huggins (2002 p.45).
Para comprender lo dicho,
es necesario conocer que es el patriarcado y sus implicaciones en el
desenvolvimiento social de las personas, pero también en la funcionalidad de
las instituciones. Ya se ha explicado
antes que la escuela que conocemos surge a partir de la división del
trabajo. Engels (1982) habla sobre la
existencia de una división primitiva del trabajo que consistía en las labores
que realizaban los hombres como: caza, pesca y otras que necesitaban la
aplicación de la fuerza, mientras que la labor de alfarería, cestería y
recolección de frutos lo hacían las mujeres, pero las diferencias del sexo se
llevaban con igualdad, las mujeres gozaban de respeto y consideración.
La familia patriarcal,
explica Engels (ob.cit), surge en la medida en que el
hombre adquiere el control sobre los metales como hierro, estaño, bronce; con
ellos construye utensilios que le facilitan trabajar y adueñarse de grandes
extensiones de tierra, con todo cuanto en ella existía, incluyendo a la
familia, especialmente las mujeres. (p.18).
Esta cultura, por siglos ha colocado al hombre como el centro del
universo, mientras que las mujeres son invisibilizadas y tratada a un nivel de
inferioridad.
Para desmontar la
estructura patriarcal hay que tener conocimiento sobre que es el género y sus implicaciones
perjudícales en el tratamiento de la equidad.
Viqueira (2016) explica que la categoría de
perspectiva de género surge de las Ciencias Sociales a mitad del siglo XX, ante
la necesidad de cambios y el abordaje desde la multidisciplinariedad, de las
relaciones entre hombre/mujer. Esta perspectiva “también plantea la necesidad
de dejar de aceptar como natural una situación que solo beneficiaba a una parte
de la sociedad (el género masculino)” (p.3). La autora conceptualiza el género
como:
Aquel que hace referencia a los
aspectos sociales adscritos a las diferencias sexuales, o lo que es lo mismo,
hace referencia a aquellas expectativas que los miembros de una sociedad tienen
acerca de los hombres y las mujeres. El
género está presente a lo largo de nuestras vidas sociales (…) tiene una enorme influencia de la visión que
tenemos de nosotros mismos en relación con los demás (p.7).
La experiencia vivida,
a partir de la interacción con distintos grupos de centros educativos y de
espacios comunitarios, permitió evidenciar el uso de un lenguaje excluyente que
refleja una visión de mundo orientada al mantenimiento de las desigualdades de
género, lo cual es aceptado como normal en el contexto escolar. En todo caso hay que aclarar que tanto los
educadores como integrantes del contexto socio-cultural que circunda la escuela,
manifiestan tener conocimiento del enfoque de género, pero lo asumen como
objetivos propios de la educación, no lo transversalizan como una herramienta
de equidad para la igualdad.
Transversalizar la perspectiva de género es parte de la agenda
política, social y económica de los distintos estados de la región latinoamericana,
así como de organismos multilaterales
que buscan el desarrollo sostenible con equidad; no obstante, sin dejar de reconocer avances
significativos, también hay que examinar que existe una gran resistencia para
desarrollo pleno de objetivos de integración social, desde la perspectiva de
género, lo que es posible observar con relativa
frecuencia en episodios de violencias que se suscitan en pleno siglo XXI, como reflejo del
desequilibrio relacionante hombre/mujer.
La integración social
inicia con la familia; pero la escuela se concibe como la institución que se
encarga del fortalecimiento de los procesos de socialización de niños y niñas
desde las primeras edades, le corresponde además, garantizar el desarrollo de sus potencialidades tanto físicas como intelectuales
con equidad, respetando condiciones propias de cada sexo. Hay que tener
presente que la identidad del género es inherente a los procesos de
socialización que se generan en los espacios socio-culturales donde se desarrollan
mujeres y hombres y en estos procesos la escuela tiene un papel protagónico.
El enfoque de género debe
percibirse como el sentir humano con equidad.
De su comprensión y la buena praxis depende la transformación cultural
orientada a la sana convivencia y la construcción de nuevas formas
relacionantes que, desde el convencimiento colectivo del derecho individual, se
convierta en herramienta colaborativa para la construcción
de la calidad de vida en momentos históricos y en contextos determinados.
Hay que aclarar que el
tratamiento de la equidad está prescrito en documentos rectores del sistema
educativo latinoamericano, con las particularidades propias de cada estado,
pero el objetivo último es el mismo, la inclusión social. Desde el enfoque género, lograr este objetivo
implica la transformación radical de patrones culturales que por siglos han sostenido
las bases de las instituciones desde su mismos cimientos; a tal fin hay que considerar el enfoque de los Derechos Humanos a partir
de los artículos 1 y 2 , según la
declaración proclamada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre
de 1948, los cuales recogen el derecho que tienen los seres humanos desde el
mismo momento de su nacimiento a la libertad y al comportamiento fraterno de
los unos con los otros, sin discriminación por causas de religión, sexo, etnia entre otras.
Mucho se ha dicho
sobre transformación cultural desde la perspectiva de género, pero ¿cómo
cambiar la estructura institucional?
Carioso (2012) considera como el deber ser la institucionalidad del
género, y desde su mirada “la política hacia la mujer debe realizar una
reparación de las desigualdades estructurales que se fundamentan en el
patriarcado” (p.115).
De acuerdo con la autora,
hay que desarrollar un alto nivel de conciencia para revisar e impulsar
estrategias que no solo sensibilicen, sino que den a conocer el género como
construcción social. Así mismo explica
que desde la institucionalidad debe impulsarse “la igualdad real y no la igualdad
solo ante la ley como un falso universalismo de la cultura masculina…la
igualdad es un principio prescriptivo, un deber ser, no es un hecho sino un
valor” (p. 114).
Cuando Carioso habla de
institucionalizar el género como el deber ser, está dando pautas a seguir desde
la escolaridad, para asegurar el transito armónico de las diferentes etapas de
crecimiento por las que transitan cada persona desde la niñez. La perspectiva de género desde la
institucionalidad puede garantizar la vida adulta con equilibrio social, si
desde el inicio de la socialización el ser humano es tratado con respeto, con
equidad e igualdad, es posible que las brechas de desigualdades por causa de
género disminuyan al mismo tiempo que se fortalece el equilibrio social en
relación a la dualidad hombre/mujer.
Es evidente que la
cultura patriarcal sigue enraizada en las instituciones desde las que se
formulan los proyectos para el desarrollo de las potencialidades tanto de las
mujeres como de los hombres, Es a partir de este conocimiento que Carioso
plantea la necesidad de una igualdad real que parta de la equidad y no una mera
igualdad solo ante la ley (p. 115).
Dicho de otra forma,
la igualdad solo por cumplimiento de objetivo no surge de la equidad, por lo tanto,
no es real. A este respecto quedan
muchas interrogantes sin repuestas en la medida que las instituciones que
administran los procesos educativos no asuman el enfoque de género como una
herramienta para la transformación cultural, más allá de la prescripción
oficial.
Tampoco se puede ignorar
las conjuras políticas, las creencias, las costumbres y los mitos sobre el
género contra las que históricamente han de luchar las mujeres, sin dejar de
reconocer la participación de varones que las han acompañado,
a partir de la comprensión del
género como un punto de partida para estereotipar roles y atributos que nada tienen que ver con las diferencias natural del sexo. Los espacios conquistados, productos de estas
luchas, se ponen en riesgo cuando desde el contexto escolar se mantienen
valores de inequidad a través de un lenguaje nocivo y actitudes sexistas, que desmejoran la calidad de vida de quienes
integran el grupo social relacionado.
Desde esta perspectiva
Huggins (2005), asocia la calidad de vida al ser humano con una dimensión
histórica determinada y a un contexto determinado vistos desde la equidad y la
justicia; define el género como “una construcción social y simbólica de los
contenidos simbólicos de masculino y femenino en articulación con clase social,
etnia, raza, grupo de edad, institucionalidad, etc., a partir de las
diferencias biológico del sexo” (p. 15).
Tal
como lo presenta la referida autora, más allá de las situaciones de pobrezas,
de ideología, religión entre otras, que puedan obstaculizar el desarrollo
armónico de las mujeres y de los hombres; entender de calidad de vida como
estrategia de transversalización del género ayuda a percibir al ser humano
desde su dimensión humana, sin que imperen las caracterizaciones devenidas del
género que impone la sociedad.
Procurar
que las niñas y los niños tengan derechos al disfrute de los espacios
escolares, práctica deportiva y actividades lúdicas con equidad y sin
discriminación por causa de género o de cualquier otro tipo, forma parte de la
agenda (2010-2030) de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Para este organismo multilateral existe un
alto índice de desigualdad que conspira contra el desarrollo y el ejercicio
pleno de los derechos de la ciudadanía, que impacta negativamente la
integración social. Igual a su
consideración, la reducción de la desigualdad por causa de pobreza, etnia,
género entre otras son claves para el desarrollo sostenible de la región
latinoamericana y caribeña (CEPAL, p.15).
A
veces es necesario saltarse la agenda e ir a la raíz del problema. Hay que mirar con profundidad a la escuela
desde la perspectiva de género y visibilizar las acciones de los distintos
actores desde lo colectivo pero también desde las individualidades,
como el producto de una educación basada en patrones culturales preestablecidos. Las personas que hoy día manejan agendas
públicas e integran los poderes públicos de cualquier país del mundo han pasado
por la escuela, por lo tanto, en mayor o menor grado conocen situaciones
problemáticas que han permanecido sin resolver a través del tiempo, entre estas
situaciones está la falta de una verdadera sensibilización de quienes tienen la
responsabilidad de formar para la vida a las individualidades que en algún
momento serán el relevo generacional. De ahí la importancia de impulsar la
transformación cultural desde la escuela para la vida en sociedad.
En
relación a lo dicho, García (2018, p.18), refiere a la escuela como el punto de
partida para
propiciar los procesos que coadyuven en la transformación cultural; para este autor el lenguaje juega un papel significativo como
dispositivo pedagógico en el establecimiento de las formas dialógicas entre
todos los participantes del quehacer educativo. Indistintamente de quien haga
uso del lenguaje en el contexto escolar debe hacerlo con perspectiva de género
y consciente que hay carga cultural en las expresiones orales y corporales
que, de ser necesario, deben ser explicadas a las niñas y niños desde la
pedagogía.
La desigualdad se
percibe como injusta; pero es mayor injusticia cuando es propiciada por la misma familia o
las personas con quien se comparte la mayor parte del tiempo; sin embargo, hay tanta alienación en relación a la equidad de género que muchas
de estas desigualdades son normalizadas en la cotidianidad hasta por las mismas mujeres. Desde esta perspectiva, el sistema educativo necesita
ser replanteado, lo que implica asumir
como punto de partida a la misma institucionalidad, como garante de una verdadera
sensibilización en materia de género,
no solo a los maestros, sino a
todos los involucrados con el quehacer
educativo.
El desconocimiento de
la perspectiva de género se percibe como un problema institucional que afecta
los proyectos para el desarrollo sostenible de los pueblos, por lo tanto,
construir el equilibrio social que mejore las relaciones hombre/mujer y asegure
la ubicación de la vida adulta en sociedad, representa un gran desafío
histórico que se debe asumir desde la corresponsabilidad social. No basta con que el niño y la niña realicen
ciertas tareas al año relacionado con el derecho a la mujer, necesario es la
concientización individual y colectiva que favorezca el desarrollo armónico
sustentado en la equidad.
Conclusiones
Es
importante aclarar que este ensayo, más que analizar, busca la reflexión en
relación al tratamiento que de la perspectiva de género se da en la escuela. Y
desde la mirada sensibilizadora se considera como punta de partida a la institucionalidad, en
este caso no como administración, sino como coparticipante
de un proceso que proyecta socialmente
los resultados educativos en calidad de vida de la ciudadana y el ciudadano, egresados de
la escolaridad.
El
desconocimiento de la perspectiva de género se evidencia en la administración
de la escuela, así
como en los maestros y demás actores externos que influyen en la formación de los niños, En este sentido se puede decir que los patrones
culturales son diversos y no siempre los estudiantes son orientados al respecto desde la pedagogía. Tal situación permite reflexionar sobre la
sensibilización en relación a la materia de género, que deben tener los profesionales de
la educación durante su formación académica y la constante realimentación en el
ejercicio de la profesión, como docentes.
Por otro lado, tratar
de entender, desde afuera, como las personas percibe su realidad no es fácil,
hay que imbuirse en su cotidianidad, escuchar sus relatos de vida que a la
primera impresión pueden ser muy cotidianas, pero que al analizarlas con detenimiento develan procesos aprendidos de la socialización desde
su niñez; de esta realidad no están exentos los maestros.
Es trascendental
generar niveles de conciencia y de corresponsabilidad, en torno al
mantenimiento de valores de integración que coadyuve con la transformación
cultural, desde el entendimiento del ser humano dentro de un “orden
polivalente” con capacidad de desarrollar procesos armónicos que propicie la
calidad de vida en su entorno
socio-cultural.
Mejorar el tratamiento
de la perspectiva de género, desde la escuela, es un acto de seguridad ciudadana,
que no necesariamente depende de las organizaciones de seguridad del
estado. La seguridad ciudadana parte de
la equidad, del deber ser, del reconocernos dentro de la diversidad cultural, el
espacio común y asumirnos desde la complementariedad más allá de las
diferencias prescritas por la sociedad en función del género.
Si bien es cierto que
es muy difícil transformar las estructuras patriarcales que sostienen la institución
educativa, si
podemos exigir el cumplimiento de la inclusión desde el mantenimiento de la
equidad como herramienta de igualdad en el contexto escolar. Igualmente, se
puede exigir la sensibilización que
involucre a todos los actores del quehacer educativo, además de la familia e
integrantes de la comunidad, a partir de la idea de la corresponsabilidad en la
construcción de una mejor calidad de vida con sana convivencia social.
Referencias
Carioso,
A. (2012) Feminismo y cambios sociales en América Latina y el Caribe. 1ra,
edición. Ciudad Autónoma Buenos Aire.
Comisión
Económica para América Latina. (CEPAL). (2016). La Matriz de la Seguridad
Social en América Latina. Naciones Unidas. Santo Domingo. [Documento en
línea]. Disponible: https://www.google.com/search?q=la+matriz+de+la+seguridad
Declaración
de los Derechos Humanos (1948). [Documento en línea]. Disponible: https://www.ohchr.org/en/udhr/documents/udhr_translations/spn.pdf
Engels, F. (1982). Origen de la Familia, la
Propiedad Privada y el Estado. Editoriales mexicanos Unidos.
Gadotti M. (2003). Historia de las ideas
Pedagógicas 4ta.edición Siglos xxi editores, s.a. de
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García, C. (2018). Hacerse mujeres, hacerse
hombres. Siglo del hombre Editores.
Bogotá.
Colombia.
Huggins, M. (2002). Políticas públicas y promoción de
calidad de vida. Universidad Central de
Venezuela.
Lobato, X. (2018) Una Educación
de Equidad: La escuela inclusiva en hacerse mujer, hacerse hombres. Siglo del
Hombre Editores. Bogotá.
Pérez, M. (2016). Manual para el
uso de un lenguaje incluyente y con perspectiva de género. Comisión general
para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres. Ciudad de México.
Viqueira, V. (2016). Aplicación básicos de la
teoría del género y del lenguaje no sexista. Ediciones Paraninfo, S.A. España.